
Hablar de negocios verdes remite, desde hace varios años, a una idea romántica. Los que deciden emprender bajo este modelo ganan fama por ser hombres y mujeres desinteresados que sólo buscan “salvar al mundo” o al menos su comunidad. Si bien en parte es cierto, también lo es que, como sujetos inscritos en un ambiente de negocios, deben garantizar la sustentabilidad económica de su empresa en el largo plazo.
Es precisamente en este punto que la imagen de los negocios verdes se torna, hasta cierto punto, escabrosa. ¿Cómo creer en la intención del bien común cuando están de por medio las ganancias? La verdad es que: delante de cada emprendimiento ambiental o social sí hay una apuesta por modificar el entorno, para hacerlo más limpio y justo. Sin embargo, también es cierto que para sostenerlo hay que generar ventas.
De acuerdo con el reporte Cleantech México 2015, panorama y recomendaciones para impulsar la ecoinnovación nacional, elaborado por la agencia GreenMomentum, los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) –de la cual México es miembro– invierten el 2.4% de su Producto Interno Bruto (PIB) en emprendimientos enfocados en energías renovables.
Es un hecho que salvar al planeta es un tema central para las economías que mue- ven al mundo. La vuelta de tuerca está en que son los países de economías en desarrollo, como México, los que han resultado tierra fértil para este tipo de modelos de negocio.
Si en tu mente habita un proyecto que tiene como principal objetivo preservar el ecosistema de una comunidad y que, al mismo tiempo, retribuya un bien a determinados grupos de interés, entonces toma nota: como “agente de cambio”, que es en lo que podrás convertirte, necesitas saber por qué emprender con la sustentabilidad es una buena opción.
Buena voluntad convertida en negocio
“No hay que ver a estos negocios como filantropía sino como una venta estratégica”, señala Erik Wallsten, cofundador y socio director de Adobe Capital, fondo de inversión especializado en negocios verdes. Y es que si decides emprender con un producto amigable con el ambiente, significa que entrarás a mercados subdesarrollados que no tienen tanta competencia y donde es más fácil obtener una buena participación de mercado, lealtad de marca y clientes dispuestos a pagar un sobreprecio.
Estos factores han logrado levantar los ánimos de los inversionistas.
Anteriormente, invertir en negocios verdes representaba un Retorno de Inversión (ROI) de hasta 20 años, lo que complicaba el surgimiento e implementación de este modelo de negocio. Pero el panorama cambió, paradójicamente, con las crisis globales no relacionadas con las caídas de la Bolsa, sino con los grandes problemas globales sin respuesta hasta este momento, como la falta de agua o la pobreza, entre otros.
Según la Comisión Global sobre Economía y Clima, las medidas propuestas para reducir en el mundo entre 44 y 54 giga- toneladas de CO2 hacia 2030, involucran el desarrollo y aplicación de tecnologías limpias aplicables en los tres sistemas clave de la economía: ciudades, uso de la tierra y energía. Sin embargo, llevar a cabo esta misión significaría frenar el desarrollo económico de las potencias mundiales.
Es precisamente en este punto que tanto gobierno como iniciativa privada y fondos de inversión voltearon a ver a los emprendimientos verdes que surgían en las economías en desarrollo. El motivo: si no puedes hacerlo tú, que alguien más lo haga por ti. Ese principio impactó también a los consumidores –preocupados por salvar al planeta o mejorar la calidad de vida de grupos vulnerables pero sin tiempo para hacerlo ellos mismos–.
“Hoy, un ROI derivado de negocios verdes da los primeros frutos en lapsos que van de siete a 12 años. Esto permitió que el crecimiento del mercado pasara a una meseta que apunta a durar muchos años más”, afirma Luis Aguirre-Torres, CEO de GreenMomentum. Es decir, para los inversionistas, los beneficios vendrán en el mediano plazo aunque de manera constante.
Hacia dónde apuntar
Casi 10 años pasaron desde que Luis fundara GreenMomentum, la primera agencia en México especializada en el desarrollo, asesoría e implementación de proyectos de tecnología limpia. Con un portal de noticias como bandera, fue a la conquista de inversionistas deslumbra- dos por los ROI que los emprendimientos Web reportaban (en aquella época).
No lo logró.
A punto de la quiebra, llevó sus ideas a países como Estados Unidos e Israel, aprovechando la influencia de personalidades como Al Gore y Hillary Clinton, donde se echó a la bolsa a inversionistas de todo el mundo. El resultado: hoy es uno de los pioneros en Green y Cleantech y, a través del concurso Cleantech Chllenge, ha impulsado emprendimientos verdes en todo México.
El ambientalismo moderno, al menos como lo define GreenMomentum, está muy enfocado no tanto en conservación sino en cómo mitigar cambio climático. Esto, invariablemente, no se trata de un problema 100% ambiental, más bien social y económico. Por lo tanto, los negocios verdes tienen que ir enfocados a resolver problemas sociales y económicos, pues sólo de esa forma será posible evitar el problema ambiental.
Es justo de esta premisa que parten las tres tendencias hacia donde deben dirigirse las empresas verdes: energía, ciudad y tierra. En materia de energía, la generación de ésta a partir de lo eólico, solar y geotérmica, está siendo impulsada por subsidios gubernamentales y privados. En tanto que las iniciativas enfocadas en mitigar los estragos producidos por los desechos así como la movilidad ecológica son prioridad.
Respecto a la tierra, los emprendimientos verdes se enfocan en hacer que la tecnología trabaje a favor de la agricultura.
“Depender de una producción agrícola no es desventaja. Al contrario, representa un modelo escalable. Económicamente es muy buen modelo porque estamos haciendo algo que nadie más hace”, apunta Scott Munguía, director de Biofase, empresa que comercializa bioplástico a partir del hueso del aguacate y que en 2014 obtuvo el primer lugar en el concurso Cleantech Challenge México.
“Creo que todos los emprendimientos y todas las inversiones deberían tener un impacto, de lo contrario, no tiene sentido. Si no tienes un negocio que ataque aspectos sociales y económicos de manera simultánea, y que genere un beneficio ambiental, ¿a qué estamos jugando? Mejor hazte millonario con una aplicación”, sentencia Luis Aguirre-Torres
Escrito para Las Páginas Verdes, por Entrepreneur Español, Marissa Sanchez